El collage existe en la frontera entre la serendipia y la inspiración. Es una forma de creación, pero también una forma de percepción –es un lente a través del cual entiendo las diferentes partes y un soplo que les inyecta vida como piezas interconectadas de un todo recién creado.

 

Un lienzo en blanco es un mundo de infinitas posibilidades. Mientras fragmento, combino, sobrepongo y yuxtapongo partes de fotografías, texturas y formas geométricas, reinterpreto el mundo y expreso una visión emergente del mismo. Para mí, el proceso de concebir de esta forma un espacio que será visitado, vivido y habitado es felicidad pura. Las piezas escogidas para el collage inicial de diseño deben coincidir en una narrativa convincente y contar una historia íntima, casi poética sobre este espacio y sobre las dinámicas interpersonales que va a impulsar y ver crecer.

 

En mi proceso creativo el collage y la arquitectura se hacen uno. Cada vez que me embarco en un proyecto de diseño, siento la necesidad de expresar el espacio primero en forma de collage para después verlo florecer, paso a paso, hasta convertirse en un volumen dimensional, en texturas que puede sentir la piel, en luz y color que guían el ojo hacia la experiencia de habitar. En este proceso de diseño arquitectónico el collage es a la vez fruto y semilla.